domingo, 14 de diciembre de 2014

No querer traer sin caos
portátiles vocablos.
A.PIZARNIK

Trato a las novias de cadáveres exquisitos
un perro manso vagabundea la sombra
viejas piernas rotas de muñecas arañadas por el gato negro de la noche
arqueadas bóvedas donde brincan los ciervos
con sus ojos ingenuos y su pelaje de plumón
me he encariñado de uno de ellos y me detengo, me detengo
sin poder expresar lo inefable de mi necesaria huida
pues he de seguir mi camino
como meditando
voy paseando el paisaje
ramas de cuento de hadas en el atardecer en que se quitan su sombrero
quiero decir que son ramas secas, sin hojas
en el invierno más luminoso que existió
en la luz misma del invierno
tierno, manso como en el sombrero de copa un nido
las crías resquebrajando sus huevos
quiero decir que es un parto este invierno
y su frío me llena de placer
y sus gotas me van calando muy adentro sin apenas mojarme
mientras soñamos que estamos viviendo
como dos seres de luz blanca
con mis uñas rosas pintadas
y todo aquello en lo que creí que me mordería
cediendo bajo el peso del ahora
cediendo como las blandas nubes al rayo de sol
al espacio aéreo al piloto que regresa
salió a volar porque quería saber cómo son los pájaros cuando uno también vuela
y no dejar de rebotar en paredes acolchadas cláxones amarillos
sonido de campanillas tibetanas
he oído decir que este invierno vale más que mil otoños
que se suicidan sin previo aviso las palabras como kamikazes
en el humo de la chimenea
donde repiquetean sus versos como joyas ordeñadas
un puro rayo naranja que refleja mi vaso sobre la pared
y cayó antes sobre mí, es más cálido que mil veranos.

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