jueves, 4 de mayo de 2017

Hemos estado cansados demasiado tiempo
sin ganas en los ojos demasiado tiempo
hemos estado parados demasiado tiempo
escondiendo la risa bajo la lluvia de las cornisas
hemos acatado el don de la espera
pero ya ni sabemos qué esperamos
se nos olvidó que de todas las paradas salen
autobuses, trenes, aviones, taxis, autocares

viajemos la incertidumbre de lo que nos espera
desconocido, al otro lado de la sed.
En la ausencia del deseo he escrito mi nombre
con la fugaz precariedad de la mentira
porque deseo un estallido de sol
en los ríos cristalinos de mis venas.
Qué dirías tú
si ya no tuviera que nombrarte
en mi soledad
si pudiera caminar hacia algún lugar
porque el deseo estuviera de mi parte
pero ya nada espero
y eso es peor que un firmamento sin estrellas
peor, que un cielo sin sol.
Algo detrás de mí
me persigue: una llama helada.

He de brotar en los días niños de la mañana ausente
como el sol molido en mi ventana transparente.
En las heladas cumbres de los días
cierran las cicatrices sus boquitas sin sed
y me miras como si ya nada pudiera ocultarme
de los ojos en blanco de las estatuas
la escarcha cubriendo mi piel
-tan poco me separa de ellas-
un corazón latiendo, un pensamiento fugaz huyendo
me desconoces, me desconoces.