domingo, 25 de noviembre de 2018

Quisiera que tus ojos no terminasen

de expandirse nunca, como una suerte de río

o de mar o quizás el océano

quisiera que tus pasos no terminasen

de llegar nunca, como una suerte de viaje interminable

o una bandada de aves en el cielo

quisiera para tus manos un tejido

de otras manos, para que nunca te cansases de ti

pues estarías en tanto con los otros

quisiera para tu cuerpo el abrigo

de otros cuerpos, como un planeta

complejo y redondo o terminado

quisiera para tu voz un cántaro de agua fresca

quisiera para tu quejido un crujido de huesos

tan real que no pudiera negarse y una palabra cercana

como la caricia que cura la fiebre

quisiera para ti una vida digna de ti

y para mi quisiera siempre el regalo

de tu compañía tranquila y vibrante.

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