jueves, 13 de enero de 2011

UN CUENTO PARA CASILDA


Portada "Caminos sin nombre" Anna Cagtagnoli

Casilda se sienta en el jardín y mira a los pájaros cómo llegan, les echa migas de pan con la mano. Casilda cuenta que tiempo atrás su madre hizo lo mismo que está haciendo ahora ella, “da de comer a los pájaros“. Por eso Casilda piensa con su cabeza llena de estrellas y constelaciones estelares que un día llegará hasta su puerta un pájaro distinto, quizás por su tamaño diminuto, quizás por sus colores un poco menos apagados, y Casilda extenderá su mano y el pájaro trinará de aquella forma que conocían como llamada sus antepasados ovíparos.

Casilda quita las migas del mantel ribeteado y blanco y las tira a la basura. Casilda piensa “qué estará pasando”, se marcha a su habitación acompañada de un sonido diafragmático y presiente un ardor en sus mejillas, Casilda niña. Quizás pudiera acompañarse por los argonautas o mejor extender los brazos y volar como las aves migratorias. Cruzar la tierra y los mares y los océanos y llegar, cerrar sus alas y haber llegado. Casilda cuenta que las aves son su páramo y que Pedro … Casilda no conoce el significado de esta palabra.

Casilda siempre se ríe, menos cuando llora (nadie sabe por qué llora) y las flores hacen muecas a Casilda tumbada entre los árboles del bosque, se levanta y desaparece. ¿Dónde vas, Casilda?- le preguntan los alces. Voy a aquel lugar- contesta Casilda señalando las nubes.

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