¿Es que no aprendí nada de la soledad?
¿Acaso los goznes de las puertas no se oxidan con el paso del tiempo?
Herrumbrosas costumbres las mías que reposan en vano en el olvido
y allá afuera hay un castaño con frutos prestos a abismarse
y si nada pasase sin voraz consecuencia, ¿arderían las voces que no he nombrado?
Si lo que cojo es tu mano y agradezco nuestro exilio, ¿acaso no soy injusta
con nuestro amor, acaso me amas, acaso me amo yo?
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