Unas cuantas palabras escritas sin ser dichas
y cuánto infundado clamor por la posibilidad
de enraizar en lo acontecido y restaurar la espina
para agudizar el ojo en la cerradura
y permitir que todo vuelva para quedarse
en fin, redimirnos del pasado y permitirnos el paso del tiempo
con sus costuras y sus costureras y sus enojos
por carecer de dedal y quedarse sin monedas
para comprarse más telas que bordar.
Yo ya me hice un traje y ahora vienes tú
a desdecir su aceptabilidad... Márchate, te perdono
todo lo que dejé de esperar.
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