Creía que debía de existir cierto equilibrio entre aquello que había creído durante mucho tiempo y la realidad que me confrontaba con crudeza con aquello. Y la había, se llamaba poesía. Por otra parte, nunca conseguí escribir una.
Cuando los árboles pasan por la ventanilla te veo a mi lado
eres joven
y vieja
se cae de maduro
no te voy a dejar con las maletas hechas
me da la risa
casi casi
llegamos a un nuevo destino
donde el sol
y el mar, la playa
claro, reconfortan
y quiero quedarme
o una ráfaga de frío cruza el cielo
y siento una añoranza precoz
estando segura como lo estoy
de estar donde tengo que estar
eso también reconforta
callar
y luego hablar
o simplemente
callar y escuchar
Digo que el blanco es blanco
mientras siento el negro goteo
mientras miro aquello que no está
sin sentir miedo
se que estoy donde tengo que estar
no hay nada que pudiera añorar más.
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