"Sylvia Plath no merecía formar parte de ese culto mágico a la muerte prematura, porque toda su atormentada existencia fue, a pesar de todo, una ansiosa llamada a la vida y al éxito. Morir como lo hizo fue un error, y aunque su muerte ni mejora ni empeora la exquisita obra de genio que son sus últimos poemas, trunca de forma violenta un formidable vuelo. Sylvia, siguiendo un inevitable pronóstico, cedió a las sombras cuando estaba a punto de alcanzar la luz."
Revista Quimera nº31
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