Llueve
con esa lentitud que para mis manos
adentro del cristal.
Llueve
los párpados se entornan con lasitud
sin llegar a sentir
el hueso que estira la piel.
Llueve
mil pasos callados atenuando el ruido
de la calle.
Llueve
sin tan siquiera melancolía
sólo llueve.
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