sábado, 26 de octubre de 2013
"-Fíjate en los árboles, los troncos de los árboles del invierno -dijo de pronto Eduarda.
Miré a los lados de la calle, y allí estaban los troncos, unos y otros sin hojas, con las ramas casi negras recortándose en la claridad del día.
-Son como las personas -añadió-. Mucho follaje, mucho esplendor... tapando o protegiendo su verdadera naturaleza. Ahora ha llegado el invierno, y el invierno no perdona: saca a la luz tanto los troncos rectos como los retorcidos. Así es el invierno. Ya te digo, como las personas en el último tramo de su vida.
Entonces no la entendí muy bien. Pero cuando hablaba no sólo ponía punto final: seducía."
Ana María Matute. Paraíso inhabitado.
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