Baúl: si todo se vuelve fiesta y los disfraces no se encuentran, revolveré el fondo de un baúl que estaba cerrado, o eso parecía.
Pigmento Azul: que al aplicarlo sobre el papel en blanco revele libres a los personajes, desprendidos ya de las huellas que quedan en el camino.
Hojas de olivo: para masticar el aire frío que de un portazo cierra las páginas del libro, dejándolo boca abajo.
Sal y pimienta: para que las vidas que se cruzan y sólo llegan a rozarse sigan después haciéndome cosquillas en la planta de los pies. Entonces, me dará la risa y sabré que todo había sido un sueño en una tarde de calor.
Tiritas: porque las noches en blanco parecen más oscuras que el día más radiante que igual me quema los párpados.
Bicicleta: por si acaso uno quiere escaparse, ha de saber que guardo alguna verde en el trastero de mi corazón.
Cigarrillos: para que aparezca la cortina de humo que nos recuerde que no hay que tomar tan en serio esa vida que clama por ser vivida como la de un personaje ficticio.
Ventana: cuando llueve, hay que cerrar las ventanas para escuchar el repiqueteo de la lluvia sobre los cristales de mis gafas de escritor.
Membrillo: habrá días que se le parecen -carnosos, cálidos y esponjiformes pero compactos-. En esos otros en los que la luna es de cristal, quizás sea bueno recordarlos.
Pluma: para hacer el indio, para aparecer en un momento en mi cuarto infantil o poder hablar con el Muecín que llama a la oración sobre el Cañón del Colorado.
Me encanta. Me has dejado sin palabras, o casi. Esperamos ansiosos nuevas entregas desde su nueva ubicuación o desde donde usted quiera.
ResponderEliminar¡¡¡POR FINNNNN!!!!!
ResponderEliminarqué bien ... si es que cuando uno se divierte, todo es más sencillo. Pero bueno, no sólo de pan vive el ... GRACIAS POR VUESTROS ÁNIMOS Y UN ABRAZO FORTÍSIMO,
ResponderEliminar