domingo, 6 de junio de 2021
Me gusta el verano y los vestidos coloridos de tirantes, los pantalones y las faldas cortas. Lo bien que se va con menos ropa. Pero no me gusta esa otra parte del verano de que revoloteen abejas y avispas cerca de la comida; si lo hacen, me levanto de un salto de la silla y salgo pitando. Algunas veces, ya acostados, a Tomás le entra la risa floja e intenta aguantarla entre dientes; esa risa suya que yo llamo maléfica, me gusta. Sin embargo, no me gustan las canciones ñoñas: me dan vergüenza ajena y me puedo llegar a poner colorada. El personaje que más me gusta de “Momo” es la tortuga Casiopea; me encantaría tenerla como amiga. A lo mejor se escondería en su caparazón cuando viera a mi gata, que también me gusta, en especial cuando se tapa los ojos con una pata doblada mientras duerme. Me pasa lo contrario cuando escucho hablar alto a las vecinas en el rellano; me pongo de mal humor porque tengo la sensación de que se han colado en mi salón sin permiso. Y a lo mejor, yo estaba viendo esa peli que tanto me gusta de Jim Jarmusch, por tercera vez, y me han sacado de mi burbuja feliz. Aunque, a veces, yo también puedo pillar a la gente desprevenida y hacerle un regalo sorpresa elaborado en casa: un vídeo montado en Premier, un disco con canciones que me gustan… Pero a la gente le gustan las sorpresas agradables, ¿o no? A mí sí me gustan. Pero si me regalasen algo para decorar la casa o de ropa con la combinación negro-blanco, pondría cara de póker, porque no me gusta, me recuerda a un tablero de ajedrez. Que está bien el ajedrez, no es eso, si a mí me gusta jugarlo a veces, es perfecto para pasar el rato en un chiringuito de la playa tomando un café. Ummm, me encanta el café con leche. Aunque llama a uno de mis vicios, el tabaco, por el que no me decanto: a veces fumo por placer, pero la mayor parte del tiempo, fumo por inercia. No me gusta cuando la inercia me lleva a hacer cosas que no quiero hacer, como levantarme tarde por pereza o como cuando se queda de fondo un documental de animales y sé que pronto alguno va a ser cazado. No me gusta ver sufrir a los animales ni en los documentales de la 2. Sí que me gusta escuchar música, como por ejemplo las canciones de Cat Stevens o las de Simon & Garfunkel. Y para trabajar me gusta ponerme música relajante sin voz. Para leer, prefiero el silencio; me concentro mejor. Me gusta leer poesía intensa y me identifico más con la escrita por mujeres como Anne Carson, A. Pizarnik o Rupi Kaur. El puré de verduras hecho con acelgas -aggg-, no me gusta, sabe amargo y su color es de un verde caca, que tampoco me gusta. A lo mejor, mientras me lo como a disgusto por gastarlo, tengo encendida la cajatonta y están echando una comedia sin pies ni cabeza que no me hace reír para nada. Es difícil encontrar una buena película cómica, como El Guateque, mi preferida. No como las comedias absurdas hollywoodienses, Dos tontos muy tontos o American Pie, que detesto. Aunque quizás no esté todo perdido si me bajo a dar una vuelta por Madrid y me compro un helado de trufa y tuttifrutti en Palazzo y luego me voy al cine a ver la última película de Xavier Dolan.
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