lunes, 29 de junio de 2020
ABRE TUS ALAS, CORAZÓN
Sé que vine aquí buscando algo. Algo que había perdido. Entre tanta noche vieja y año nuevo, descubrí que la carencia seguía estando ahí. Vine aquí y no te buscaba. Buscaba algo y te encontré a ti. El ardor de la sangre y la ilusión descascarillada comenzaron a llenarse de nuevos brillos y constantes vitales. Te quise un poco más cada día, aunque al principio te odiara por esto. Después te quise todavía más y perdí algo. Algo que vengo buscando y que parece ocultarse demasiado. O quizás empieza a descubrirse. Hoy se le ha caído una lágrima verde y brillante al servilletero. Y todas las servilletas y los manteles han salido volado por la ventana como pájaros. Hagamos como ellos. Seamos más pájaros que luciérnagas, más alas abiertas, que como en un cuadro de Chagall nos encontremos volando sobre la ciudad. Quizás no sea al principio un vuelo acompasado. Yo tengo prisa y tú tienes calma. Reencontremonos a la vuelta y contémonos todas nuestras hazañas. Porque en mi corazón sigue estando tu nombre como una hermosa raíz florecida. ¡Venga! No tengas miedo y abre tus alas, corazón.
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