Un día de lluvia la mariposa voló hasta las nubes que tapaban el sol.
- Hoy no puedo confundirme con tus rayos y mis alas llenas de agua, pesan más. Quiero sentirme ligera entre las sombras igual.
Pero el sol estaba lejos y no la podía escuchar.
- ¿Por qué no sales un rato y volvemos a pasear? Volaremos entre las flores y escaparemos del animal.
Llegó la noche y con ella la luna plateada. La mariposa espantada por sus reflejos mortecinos, se posó junto al lago. En él se reflejaban los largos troncos de los árboles desnudos y sus afiladas ramas, pues el invierno había llegado. La mariposa cerró fuertemente sus alas e intentó descansar. Pero cuanto más lo intentaba, el sueño más se alejaba. Como una sombra entre las sombras comenzó de nuevo a volar. “Mariposa errante, abre con tus alas la noche cerrada.”
Al alba la mariposa cansada se paró de nuevo, esta vez en una rama.
- Qué noche más tenue, es larga como el humo y tiene el color de los sueños, pero todo el mundo la duerme.