No querer traer sin caos
portátiles vocablos.
A.PIZARNIK
Trato a las novias de
cadáveres exquisitos
un perro manso vagabundea la
sombra
viejas piernas rotas de
muñecas arañadas por el gato negro de la noche
arqueadas bóvedas donde
brincan los ciervos
con sus ojos ingenuos y su
pelaje de plumón
me he encariñado de uno de
ellos y me detengo, me detengo
sin poder expresar lo
inefable de mi necesaria huida
pues he de seguir mi camino
como meditando
voy paseando el paisaje
ramas de cuento de hadas en
el atardecer en que se quitan su sombrero
quiero decir que son ramas secas,
sin hojas
en el invierno más luminoso
que existió
en la luz misma del invierno
tierno, manso como en el
sombrero de copa un nido
las crías resquebrajando sus huevos
quiero decir que es un parto este invierno
quiero decir que es un parto este invierno
y su frío me llena de placer
y sus gotas me van calando
muy adentro sin apenas mojarme
mientras soñamos que estamos
viviendo
como dos seres de luz blanca
con mis uñas rosas pintadas
y todo aquello en lo que
creí que me mordería
cediendo bajo el peso del
ahora
cediendo como las blandas
nubes al rayo de sol
al espacio aéreo al piloto
que regresa
salió a volar porque quería
saber cómo son los pájaros cuando uno también vuela
y no dejar de rebotar en
paredes acolchadas cláxones amarillos
sonido de campanillas
tibetanas
he oído decir que este
invierno vale más que mil otoños
que se suicidan sin previo
aviso las palabras como kamikazes
en el humo de la chimenea
donde repiquetean sus versos
como joyas ordeñadas
un puro rayo naranja que
refleja mi vaso sobre la pared
y cayó antes sobre mí, es
más cálido que mil veranos.
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