La vejez te golpea con el derechazo del boxeador
le cedes el
asiento y piensas cómo debe de ser
vivir en un
cuerpo consumido casi
a las puertas del
final
-mejor no pensar,
le dices sin embargo
al abuelo
intentándole animar
y él se anima,
claro-
en un cansancio
de muerte infinito
la vejez te da un
mazazo
te pone frente al
espejo de la realidad
que un día
llegará
si también lo
hace el dos mil cincuenta
tendré entonces
setenta y un años
no son tantos,
todavía no
la esperanza de
vida se ha dilatado
como los finos
surcos que deja la marea en la arena
esas hebras
que tanto se
asemejan
a la savia
huyendo de los nervios de la hoja.
Al marcharte nos
dejarás
escarcha en el
corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario