He encontrado un momento de calma que dura días, dura meses, dura años.
He encontrado un momento de calma inesperado que me envuelve y yo le dejo ser.
Encuentro casi todo en su lugar, incluso aquello que roza la piel, será la brisa.
Y la dejo hablar, dejo hablar al viento y las palabras recuperan el aliento vital.
Descubro lugares insospechados sin sobresaltos que vienen a saludarnos con su reencuentro. Llegando con pequeños pasos, como los de un crío aprendiendo a andar.
Me siento agradecida, podría ser de mil maneras, pero es de esta forma.
Abrazo a todos por igual. Al pensamiento que se va, al sentimiento que llega, al frío escalofrío, al graznido de la urraca y al trino del gorrión. Al que no tiene hogar y al que lo tiene con creces, a lo que me sobra y a los que me faltan.
No tengo preferencias, ni siquiera tengo esperanza. Tan solo tengo el ser, opaco a veces, que brilla sin deslumbrar y también me tapo los ojos como tú.
Que brillas frente a mí como un astro poderoso, que te ocultas como la luna y me persigues los pasos. Tierra firme, mar adentro. Hay espejos que no puedo mirar.
Encuentro que es vasto y alumbra el cielo que nos cubre, la tierra que nos da cobijo.
Nuestra casa sabe a agua dulce y a océano mar. A nubes tiernas y grises. Como si todo estuviera por llegar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario