Me quedé muy quieta
apenas daba cabida a la respiración
como a un animal acuático
me salieron branquias
y olvidé
olvidé todo lo que había aprendido.
Parece que esto sucedió en un tiempo mítico,
casi inexistente
pero la luz azul del crepúsculo
me recuerda cada día -provocándome un leve mareo-
que el mar sigue chocando contra las costas
lejos de aquí, pero insistentemente.
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