Háblale a mi piel
y espanta las agujas del silencio
como si tejer la noche sobre nosotros
fuera un nuevo amanecer tan cercano
que derrotara la sordera entre las manos
como si tejer los hilos de luz
fuese un extraño milagro que sucediéramos cada día
en la retama y en la floresta
en lo encrespado y en lo llano
verde para tejer el corazón de los animales
amarillo para alejar las nubes grises de nuestras cabezas
y despertar la llamada del enigma resuelto de nuestros ojos
que se buscan como se buscan los que se aman.