Parece que volvemos a la normalidad del hogar
pero queremos un constante estallido de tiempo en los ojos
o quizás, una manada de búfalos en Toronto
lo que no alcanzamos a decir
tiene un rastro de tinta azul
aquello que se nos oculta, lo desconocido también
sepamos que conocemos de vez en cuando
la dicha del sueño de los elefantes
he perdido la primera palabra que importa -tal vez la única-
ando buscando mariposas invisibles en tus manos
como si en calidad de innombrable paradero
fuera yo a encontrarlas
por lo que dibujo en tu corazón con colores de otro mundo
descubro la estampida de un caballo magnífico
¡“caballito loco”! pinta de oro las hojas de este otoño para recordártenos
es mi amuleto y mi amasijo de cables en descomposición en una caja transparente
veo que mi destino
lo forjamos todos
como el tuyo, como el suyo
como el nuestro
escribo despacio para no caer
como esa última hoja con miedo al abismo
caeré sobre tu piel
hasta donde me lleven las olas
porque si algo te sobra
vareo la miel
y sé que nada es eterno
todo sucede en un tiempo sin medida
como mares infinitos
como si fuera la primera vez que escuchamos
su sonido. Detente en el interior de la caracola.
Tiempo, detente
y no te vayas lejos.