Para vestirte de
río
te demoraste en
mil otoños
quiero acurrucarme
a tu cobijo
árbol centenario,
cáscara de nuez.
Los hombres pasan
a tu lado
como si fueras
estatua ecuestre o el David de Miguel Ángel
no entienden,
tú fuente o naufrago,
la hoja en la que
descansa una gota de rocío.
Lleva mi pena una
corona muda
unos zapatos que
no saben andar
y mi niña no nacida
tiene una ausencia prematura.
Voy a quitarme
esos zapatos
de nada me sirven
voy a caminar
descalza por el césped
hasta llegar a tu
orilla.
Porque tú quieres
ser río
eterno río de
agua clara
donde nadan los
peces y croan las
ranas.